Cómo es la vida cuando se está en cuarentena por coronavirus en una base militar de California
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¿Juegos de mesa para niños? Definitivamente. ¿Tai chi en el estacionamiento? Tal vez. ¿Vino tinto dejado por parientes? No.
Para los cientos de americanos que han sido evacuados de China en medio del brote de coronavirus, al estrés y las preocupaciones de una posible infección y de volver a Estados Unidos se ha unido otra preocupación apremiante: ¿Cómo llenar dos semanas inesperadas en cuarentena en una base militar?
Para estar seguros, hay chequeos médicos frecuentes para verificar si existen síntomas de la enfermedad. Pero durante el resto del tiempo, los funcionarios de salud intentan que se sientan como en casa en las bases, tres de las cuales están en California, y al mismo tiempo los protegen a ellos y a otros de una posible infección.
Las órdenes de cuarentena son las primeras en 50 años emitidas por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Los funcionarios dicen que son necesarias para prevenir la propagación global de un virus que ya ha infectado a 28.000 personas en todo el mundo.
John McGory aterrizó el miércoles en la estación aérea Miramar del Cuerpo de Marines en San Diego junto con otros 166 pasajeros. El viaje desde Wuhan, el epicentro del brote y donde McGory había vivido los últimos seis años, estuvo lleno de desvíos y paradas durando 37 horas, dijo.
McGory, de 65 años, se alojó en un apartamento en el cuarto de solteros de la base, que había sido vaciado para los pasajeros que llegaban. El personal deja regularmente las comidas en su puerta y también le toma la temperatura para comprobar si tiene fiebre.
McGory dijo que los funcionarios establecieron las reglas básicas en una reunión de bienvenida el miércoles. No se requieren mascarillas, y a las personas que trabajan y viven en la base se les ha dicho que no interactúen con los pasajeros.
Los funcionarios manifestaron al grupo de McGory que establecerían una pizarra con anuncios para que la gente ofreciera ideas para actividades de grupo. Alguien sugirió una clase de tai chi, señaló McGory. Los oficiales de salud dijeron que traerían juegos de mesa y de cartas.
McGory dijo que quiere salir de la cuarentena escribiendo sobre sus experiencias y dando una clase de cuentos donde tal vez la gente pueda compartir relatos de la provincia de Hubei, de la cual Wuhan es la capital.
“No puede ser peor que las últimas dos semanas”, dijo McGory.
El vuelo de McGory fue uno de los varios organizados recientemente por autoridades de Estados Unidos para que los ciudadanos estadounidenses y sus familias escaparan de China durante el brote. Otras tres bases fuera de California también han sido designadas como sitios de cuarentena.
El brote de coronavirus que comenzó a finales del año pasado en Wuhan se ha extendido a cuatro continentes y ha matado a 565 personas hasta el miércoles. EE.UU ha aconsejado a los estadounidenses no volar a China y están prohibiendo temporalmente la entrada al país a los extranjeros que han visitado recientemente esa nación.
No se permitió a los pasajeros abordar los vuelos a EE.UU si mostraban síntomas de enfermedad, según los funcionarios del CDC. Se les revisó para ver si tenían fiebre mientras estaban en los aviones y tan pronto como aterrizaron.
Después de aterrizar en Miramar el miércoles, cuatro pasajeros del vuelo de McGory fueron transportados a hospitales locales después de mostrar síntomas de infección por coronavirus.
En una conferencia de prensa el miércoles, el Dr. Christopher Braden, subdirector del CDC, reconoció que otros en la base y en el área metropolitana de San Diego pueden estar preocupados por los evacuados que están viviendo ahí por un lapso de dos semanas. Señaló que la gente de la base ha expresado su preocupación de que sus hijos que viven allí puedan enfermarse o no se les permita ir a la escuela.
Pero el nuevo virus se propaga a través de un contacto cercano, similar a la gripe, señaló Braden. Este coronavirus también parece requerir un contacto más prolongado para ser transmitido a otra persona, dijo. Aseguró que los que están en cuarentena serán revisados continuamente para detectar síntomas.
“Han tenido una experiencia muy difícil, y estamos haciendo todo lo posible para cuidarlos”, declaró. “Nos encontramos en un período crítico en la propagación internacional del virus, y esta acción es necesaria para tratar de prevenir la propagación aquí en EE.UU”
McGory se mudó a Wuhan hace seis años para enseñar inglés en una universidad de allí. Había planeado volver a EE.UU este mes, pero esos planes se vinieron abajo debido al brote de coronavirus.
Desde finales de enero, había estado confinado en su apartamento en el campus de la universidad. Intentó hablar por teléfono y enviar mensajes a la gente durante el día para evitar el aburrimiento, expresó.
A medida que la cuarentena continuó en febrero, la gente comenzó a entrar en pánico, señaló. Mientras tomaba una cerveza, una amiga le dijo que no creía que sobreviviera a la enfermedad si la contraían debido a la debilidad de sus pulmones. Las tiendas de comestibles se estaban quedando sin comida. La ciudad, que tiene una población de 11 millones de habitantes, se encontraba casi desierta, declaró.
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McGory había planeado empacar sus pertenencias y enviar algunas de ellas a Ohio, de donde es originario y piensa reasentarse. Pero en un apuro por tomar uno de los vuelos de regreso a EE.UU esta semana, decidió dejar atrás la mayor parte de su ropa, aseguró. Sólo se le permitió llevar 70 libras de equipaje en el vuelo.
Le dolió dejar atrás a sus amigos y compañeros de trabajo, especialmente en medio de un brote de enfermedad. Un abrazo de despedida con un amigo le hizo romper en llanto, relató.
“Me entristece que después de seis años en Wuhan tenga que irme así”, dijo.
McGory reveló que su vuelo a EE.UU tenía al menos 50 niños a bordo. El avión hizo una parada de siete horas en la Base Aérea de Travis en Vacaville antes de llegar a San Diego. El desvío era para dejar a la gente reunirse con sus familias, dijeron los funcionarios.
Cuando el avión llegó a San Diego, la cuenta de 14 días comenzó a correr. Una vez que pasen dos semanas, los que estén en cuarentena serán liberados, dijeron los oficiales. Si alguien se enferma mientras está en la base, sus contactos cercanos pueden necesitar pasar días adicionales en cuarentena hasta que sean liberados, indicaron los funcionarios.
“Espero mantenerme sano. Esa es la preocupación de todos aquí”, dijo McGory.
Braden dijo que mientras vivan en Miramar, los evacuados recibirán tres comidas al día, así como refrigerios. Podrán pasar tiempo juntos y explorar los dos edificios y el área circundante que está incluida en la cuarentena, manifestó.
Una de las áreas de cuarentena tiene un patio de recreo, y la otra pronto tendrá uno. Los funcionarios también están evaluando qué otras necesidades podrían tener las familias, como jugar a las cartas o una cancha de baloncesto, señaló Caroline Thorman, portavoz de la Administración para Niños y Familias del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.
“Estamos agregando a las instalaciones todas las comodidades... las actividades recreativas que estas familias pudieran necesitar para que puedan tener una estancia agradable en la base”, manifestó Thorman en la conferencia de prensa del miércoles.
McGory tiene dos hermanas que viven a 10 minutos en coche de la base. Preguntó si una de ellas podría llevarle una botella de vino tinto. El personal respondió que no.
McGory dijo que está tratando de mantenerse optimista. Cuando se conectó a Internet el miércoles, vio que mientras estaba en tránsito, nació su nieto, Arthur, su cuarto nieto.
Durante la reunión inicial en Miramar mientras revisaban los síntomas del coronavirus y las instrucciones de cuarentena, McGory decidió compartir algunas noticias positivas con el grupo.
“Les hablé de mi nieto”, dijo, “y todos aplaudieron”.
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