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‘No creo en ello’: Huntington Beach, un símbolo de escepticismo y resistencia a las mascarillas

Peatones cerca del muelle de Huntington Beach.
(Wally Skalij / Los Angeles Times)

Mientras Brad Colburn agitaba su detector de metales sobre las arenas doradas de Huntington Beach, expresó su rechazo ante las altas tasas de infección por coronavirus del condado de Orange. “No creo en ello. No creo que las cifras estén subiendo”, expresó. “Están infladas. Es otra forma de cerrar todo... [Otro intento] de los demócratas para obtener lo que quieren”.

El residente de Huntington Beach, de 58 años, dijo que aún debe usar mascarilla al salir para hacer las compras. De pie junto a un sendero de playa, mientras los ciclistas y los patinadores pasaban velozmente en fila, el hombre ofreció su propia política alternativa ante las estrictas órdenes sanitarias por el coronavirus. “Si no quieres salir, no salgas”, señaló.

Corrección:

10:18 p.m. jul. 22, 2020In an earlier version of this article, YouTubers/comedians Tom Allen and John Parr were identified by their pseudonyms, Chad Kroeger and JT Parr, respectively.

Más que cualquier otro lugar de California, Huntington Beach simboliza hoy la resistencia a muchas de las reglas de seguridad por el coronavirus que los funcionarios gubernamentales impusieron en los últimos meses. No es que nadie en la ciudad lleve mascarilla o descuide el distanciamiento social.

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Sin embargo, muchos de los que se oponen a las normas de cubierta facial obligatoria y otras, como cerrar las playas, han sido francos y utilizan la meca del turismo como plataforma para sus opiniones. En mayo pasado, manifestantes enojados convergieron a una cuadra del ahora tranquilo muelle de Huntington Beach para protestar por el cierre de las empresas locales, ordenado por el estado.

Desde entonces, muchas personas que deambulan por el centro de la ciudad sin mascarillas, lo hacen con orgullo. La postura incluso ha inspirado una parodia en video que se volvió viral en las últimas semanas.

Fred Smoller, profesor de ciencias políticas en la cercana Universidad Chapman, describió a Huntington Beach como un bastión conservador y dijo que las actitudes sobre el coronavirus allí reflejan divisiones políticas más grandes.

“Su ideología es una lente a través de la cual están viendo la pandemia”, comentó. “Me imagino que muchas personas lo toman como un engaño, algo que el presidente les ha alentado a hacer para aumentar sus posibilidades de reelección. Estoy seguro de que hay bastante animosidad contra el gobernador... Están viendo [las restricciones estatales] como una prueba más del estado profundo y de un gobierno intrusivo”.

La alcaldesa de Huntington Beach, Lyn Semeta, afirmó que la ciudad continuará con sus esfuerzos educativos para mantener a salvo a los residentes. Las mascarillas, remarcó en un comunicado enviado por correo electrónico a The Times, son “fundamentales para mantener a la gente saludable y ayudar a nuestros negocios a trabajar de manera segura en la capacidad limitada que pueden”.

Cuando se le preguntó acerca de la oposición a las restricciones por el COVID-19 en Huntington Beach, Semeta respondió que sabe que hay personas en todo el estado que están “incómodas con el uso de cubiertas faciales”. “Ciertamente, puedo entender el sentimiento. Sin embargo, aunque todavía hay mucho para aprender sobre este virus, los expertos en salud han recomendado encarecidamente la protección facial como una medida efectiva que ayuda a detener la propagación del COVID-19”, aseveró Semeta, quien instó a los residentes a usarlas.

El número de casos de coronavirus del condado de Orange ha aumentado en las últimas semanas, con más de 31.000 confirmados y una cifra superior a 500 muertes. La cantidad de hospitalizaciones se ha triplicado en los últimos dos meses y las infecciones en general subieron tan drásticamente que el condado ahora es el segundo en el estado, después del de Los Ángeles.

Existe una aceptación generalizada de que las mascarillas juegan un papel clave en la desaceleración de la propagación del coronavirus, y la disminución drástica de las infecciones en otros países se atribuye a su uso en general. Sin embargo, el escepticismo sobre la gravedad del brote abunda.

Cientos de personas se reúnen este mes para el evento de adoración semanal Saturate OC, en Huntington Beach.
(Raul Roa / Daily Pilot)

La Junta de Educación del Condado de Orange votó la semana pasada para aprobar recomendaciones para la reapertura de escuelas, que no incluyeron el uso obligatorio de mascarillas o un mayor distanciamiento social en las aulas. La entidad, sin embargo, dejó los planes de reapertura librados a los diferentes distritos escolares.

Pero esas preocupaciones se acallaron el viernes pasado, cuando el gobernador Gavin Newsom emitió un decreto que impide que la mayoría de las escuelas de California reabran cuando comience el año académico, e impulsa el aprendizaje remoto a tiempo completo en respuesta al aumento estival de los casos de coronavirus.

En un video viral que generó más de 1.5 millones de visitas desde la semana pasada, se ve a Chad Kroeger, de 25 años y residente en San Clemente, y JT Parr, de 27, ofrecer a los residentes de Huntington Beach coberturas faciales.

“Nadie aquí lleva mascarillas, pero trajimos nuestro propio suministro para solucionar el problema”, afirma Kroeger al comienzo del video, que mostró reacciones principalmente rencorosas a la oferta. Los dos jóvenes comprendieron rápidamente que la escasez de cubrebocas no surge de la necesidad.

“Descubrimos que no es realmente por escasez; la gente piensa que es una porquería”, le dijo Kroeger a The Times. Parr agregó que Huntington Beach parecía un sitio “relativamente seguro” durante su visita, a principios de julio, cuando el dúo repartió los 20 paquetes de cubiertas faciales que llevaban consigo. Sin embargo, la promoción de los cubrebocas enfureció a algunos residentes. “Varios tipos intentaron pelearse con nosotros, lo cual fue aterrador”, reconoció Parr.

Mientras transportaba una tabla de surf naranja hacia las famosas olas de Huntington Beach, el jueves por la tarde, un joven, con el rostro cubierto de protector solar, ofreció su propia opinión sobre las mascarillas. “Puaj. Nunca la he usado”, dijo el hombre, quien se negó a dar su nombre mientras se dirigía al océano.

“No me ha afectado en absoluto, más allá de que no puedo ir a un bar y tomar una copa y realmente pasarla bien con los muchachos”, agregó. El surfista consideró que las restricciones son “bastante pobres”, pero reconoció la letalidad del “desagradable” coronavirus.

Después de avisarle a un ciclista que se le había caído la billetera, Sophia Darr compartió sus pensamientos sobre la pandemia. “No le tengo miedo. Creo que se ha exagerado. Pienso que los medios la convirtieron en algo que no debería ser”, afirmó la joven, de 15 años. Ella se coloca una máscara decorada con duraznos rosados cuando entrega comida a los hambrientos, aunque normalmente siente que no necesita usarla.

“Lo hago para respetar a las personas que me rodean. En lo individual, realmente no me importa”, agregó. Antes de que se emitiera la orden de Newsom, dijo que no se cubriría la cara al regresar a Huntington Beach High School para su tercer año. La adolescente apoya algunas de las restricciones flexibles, como poder comer en espacios externos, señaló.

En el muelle, Enoc Step pescaba “lo que sea que pique”, que en ese día era caballa y sardinas españolas. Como enfermero a domicilio, sigue el protocolo profesional pero quisiera ver menos políticas de salud ordenadas por el gobierno y más responsabilidad individual. “Si me contagio, me contagio”, dijo Step, de 52 años, sobre el virus. “Estoy haciendo lo mejor que puedo: lavarme las manos, no tocarme la cara, ponerme una mascarilla en una habitación cerrada con otros y mantenerme alejado de las personas”.

El enfermero sufrió una fuerte reducción en el trabajo en los últimos meses, debido a los cierres, que considera innecesarios. “La gente está cansada de eso. Se debe dar a las personas la responsabilidad de sus propias acciones”, señaló Step, residente de Fullerton. “Newsom necesita dejar de ser un monarca”. El gobierno debería centrarse en compartir información, enfatizó. “¿Cómo puedes luchar contra algo sobre lo que no tienes control?”, preguntó.

La mascarilla de Eleanor Dunai colgaba de su muñeca mientras ella paseaba junto a los restaurantes ahora al aire libre de Main Street, en su regreso a casa desde la oficina de correos. La mujer usa la cubierta facial en espacios cerrados pero no afuera, donde hay brisa de playa.

“Creo que son improvisadas”, remarcó Dunai, de 57 años, sobre las restricciones por COVID del estado. Ella piensa que los gimnasios no deberían haber abierto antes que los salones de belleza, en los que se siente más segura. Ambas clases de empresa han vuelto a cerrar en vistas de las nuevas restricciones. “Parece que la fracción más pequeña de la población, no la mayoría, se está saliendo con la suya”, agregó.

Las encuestas muestran que una ligera mayoría de californianos cree que el estado reabrió demasiado rápido, y más de las tres cuartas partes de la población está preocupada de que ellos o sus familiares contraigan COVID-19. Dunai también se preocupa, pero piensa que las estrictas órdenes de salud ya no tienen sentido.

“Si continuamos ocultándonos y aislándonos por completo, lo prolongaremos”, comentó Dunai. “Las personas deben asumir la responsabilidad de sus propias acciones”.

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