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En el Siglo XXI personas con discapacidad mental viven encadenadas en América Latina, según HRW

Lo que podría ser un abuso propio de la época de la esclavitud, resulta que en pleno Siglo XXI es lo que están padeciendo personas con condiciones de salud mental, al vivir encadenadas o encerradas en espacios confinados en unos 60 países de Asia, África, Europa, Oriente Medio y las Américas.

Eso es lo que revela el informe elaborado por Human Rights Watch (HRW) en el que identifican casos de esta naturaleza en México, Colombia, Paraguay, Ecuador, Honduras, Brasil, Argentina, Chile, República Dominicana, Nicaragua, Bolivia, Honduras, El Salvador, Guatemala y Perú.

El informe, titulado “Viviendo encadenados: El uso de cadenas en personas con discapacidades psicosociales en todo el mundo”, examina cómo las personas con discapacidad mental a menudo son amarradas en sus hogares o en instituciones públicas en espacios insalubres.

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“Tenía miedo de que alguien me atacara durante las noches, y que no pudiera defenderme por estar encadenado”, narró Felipe, de quien se omitió su apellido, al detallar que estaba encadenado con un candado y desnudo en un hospital psiquiátrico en Puebla (México), según un comunicado de prensa.

Estas vejaciones son resultado de estereotipos y faltas de servicios públicos adecuados en los países que se identificaron, manifestó Carlos Ríos-Espinoza, investigador sénior y abogado de la División de los Derechos de las Personas con Discapacidad de HRW, en entrevista con Los Angeles Times en Español.

El investigador, uno de los co-autores del reporte, sostiene que las personas que padecen esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión crónica, entre otras condiciones similares, son las que han sido víctima de estas humillaciones en la mayoría de las veces por los mismos familiares.

“Hay muchas comunidades que piensan que las personas con discapacidad están poseídas”, señaló el experto, indicando que por esa razón los parientes sugieren que les exorcicen o los llevan a los curanderos, pero al final “los maltratan de una manera infame, subhumana”.

Al no encontrar una solución, terminan por amarrarlos o encadenarlos, según el informe de 56 páginas, en el que se detalla que muchas de las víctimas se ven obligadas a comer, dormir, orinar y defecar en el mismo espacio diminuto en donde los mantienen confinados, siendo víctimas de violencia física y sexual.

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En un caso que documentó en México, Ríos-Espinoza cuenta que una joven padece de esquizofrenia y los padres en vez de darle atención médica, lo que hicieron fue amarrarla en un cobertizo “y la tenían como animal”, antes de que fuera rescatada por agentes estatales.

“Es un fenómeno muy oculto”, sostiene el investigador.

“Es un problema global, encontramos una situación en el mundo que es muy preocupante”, agregó el experto de HRW, radicado en la Ciudad de México.

En esta investigación, fueron entrevistadas más de 350 personas con discapacidades psicosociales, incluidos niños y adolescentes, y 430 familiares, así como personal que trabaja en instituciones, profesionales de la salud mental, sanadores religiosos y funcionarios gubernamentales.

El estudio comprendió 110 países, encontrándose evidencia de encadenamiento de personas con condiciones de salud mental en todos los grupos de edad, etnias, religiones, estratos socioeconómicos y áreas urbanas y rurales en unos 60 países.

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Kriti Sharma, investigadora sénior de derechos de las personas con discapacidad de HRW y autora del informe, asegura que esta “es una práctica brutal generalizada” que en muchas comunidades es un “secreto a voces”, según declaraciones por escrito divulgadas en un comunicado.

“Las personas pueden pasar años encadenadas a un árbol, encerradas en una jaula o en un cobertizo de ovejas porque las familias pasan apuros para afrontar el problema y los gobiernos no brindan los servicios de salud mental adecuados”, apuntó Sharma.

La falta de servicios y soluciones lleva a los familiares a actuar de esta manera, en la mayoría de los casos preocupados de que la persona huya o se lastime a sí misma o a otras personas.

En ese encierro, también se les obliga a tomar medicamentos o brebajes de hierbas “mágicas”, a otros los someten a ayunos, masajes vigorosos por parte de curanderos tradicionales, recitación coránica en el oído, himnos del Evangelio y baños especiales, enumera el reporte.

En consecuencia, esos “tratamientos” alternativos afectan la salud física y mental de las personas; además, puede provocar estrés postraumático, desnutrición, infecciones, daño nervioso, atrofia muscular y problemas cardiovasculares.

“Es terrible que cientos de miles de personas en todo el mundo vivan encadenadas, aisladas, maltratadas y solas”, manifestó Sharma. “Los gobiernos deberían dejar de esconder este problema bajo la alfombra y tomar medidas reales ahora”, demandó.

El informe, entretanto, busca no solo exponer el problema, sino que se ejecuten acciones y que las autoridades en cada nación asuman su compromiso para que este abuso sea desarraigado, sostiene Ríos-Espinoza.

Las personas pueden pasar años encadenadas a un árbol, encerradas en una jaula o en un cobertizo de ovejas porque las familias pasan apuros para afrontar el problema y los gobiernos no brindan los servicios de salud mental adecuados

— Kriti Sharma, investigadora sénior de derechos de las personas con discapacidad de HRW

En primer lugar, asegura el experto, se necesitan mayores recursos y servicios en las comunidades; asimismo, que los hospitales de primer nivel tengan la atención en salud mental básica y que las políticas gubernamentales se ajusten para que esta población tenga acceso al trabajo.

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“Lo primero es terminar con la práctica, que haya una focalización estatal para prohibir cualquier tipo de encadenamiento de personas con discapacidad y esto es lo inmediato”, exhortó el investigador.

“En segundo lugar, encontrar un modelo de atención en salud mental que sea comunitario, que le proporcione apoyos a las personas para que puedan atender las condiciones de salud mental que puedan llegar a tener, pero también la posibilidad de que puedan encontrar un entramado de servicios”, apuntó Ríos-Espinonza.

Este reporte, divulgado en Londres, coincide con la campaña global #BreakTheChains que busca acabar con el encadenamiento de personas con condiciones de salud mental, en vísperas del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora el 10 de octubre.

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