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Cerca de cumplir los 100, este matrimonio sobrevivió al COVID-19

Rachel Smith, una doctora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Atlanta, sabía que el pronóstico no era prometedor cuando se enteró de que sus abuelos en San Diego habían contraído COVID-19, el mes pasado. “Le dije a mi abuelo cuando estaba internado que si se recuperaba, se lo diría a todos”, relata.

Eso fue el 30 de noviembre. Hoy, está encantada de cumplir su promesa. Sus abuelos parecen haber vencido todos los pronósticos, y ambos están de regreso en casa y bien, después de recuperarse de un virus que se ha cobrado casi 1.6 millones de vidas en todo el mundo y resulta especialmente letal para las personas mayores.

Norman Mann cumplirá 99 años en marzo. Sivia Mann, su esposa desde hace 76 años, tiene 96. Ambos viven en San Diego desde 1953, actualmente en la comunidad de adultos mayores Vi in La Jolla.

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Smith, quien reside en Atlanta, expresó que sus abuelos podrían haber contraído el COVID-19 de un cuidador. Ella supo de inmediato que sus vidas estaban en peligro debido a su avanzada edad.

En el condado de San Diego, más de 1.100 personas murieron a causa del virus este año, y casi la mitad tenía 80 años o más.

La familia estaba preparada para lo peor, especialmente en cuanto a Norman, quien estuvo brevemente hospitalizado.

“Todos temíamos que fuera a morir”, relató Smith.

Pero los efectos del COVID-19 han sido difíciles de predecir. Algunas personas expuestas al virus pueden contraer la enfermedad y otras no. También puede ser fatal u obligar a que se internen algunos, mientras que otros que dan positivo ni siquiera tienen síntomas.

En el caso de los Mann, Sivia creyó que tenía un resfriado, mientras que Norman desarrolló una tos desagradable poco después de su diagnóstico, y tuvo que ser hospitalizado y asistido con oxígeno, relató la nieta.

La madre de Smith, Stacy Mann, hija de Norman y Sivia, contó que estuvo sentada en la cama de su padre y hablando con él -con una mascarilla- poco antes de enterarse de que habían estado expuestos al virus. “Tan pronto como me enteré, pensé: ‘Debo marcharme ahora mismo’”, dijo. “Tengo 71 años y tampoco quiero tener COVID”.

La prueba de Stacy dio negativo, pero ella tenía serias preocupaciones por su padre, que sufre mal de Parkinson y otros problemas de salud. “Da miedo, porque es una enfermedad voluble y no sabes a quién afectará y a quién no”, comentó.

Norman Mann fue internado en el pabellón COVID-19 de Vi y luego fue hospitalizado, pero nunca se sintió demasiado enfermo. Pidió burritos de frijoles, arroz y papas fritas mientras estaba en la sala reservada para COVID-19, y regresó a casa el 2 de diciembre, después de un par de días de hospitalización.

“Estábamos preocupados de que pudiera morir”, dijo Smith. “Pero volvió a casa en un par de días. Toda nuestra familia pensaba qué haríamos si él fallecía… Creíamos que probablemente eso sería todo”, relató Stacy Mann, y agregó que incluso discutieron si debían ponerlo en asistencia respiratoria si su condición empeoraba.

Norman y Sivia no estuvieron disponibles para ser entrevistados, pero Stacy señaló que conversó por teléfono con su padre el viernes pasado.

“Le pregunté cómo se sintió cuando se enteró de que tenía COVID-19”, escribió por correo electrónico. “Respondió que no estaba realmente seguro de haber tenido eso; no se dio cuenta de que era un virus mortal y pensó que quizá era algo diferente. Se sorprendió cuando le expliqué que sí era letal, ya que él lo había sentido como algo bastante normal”, escribió.

Si bien su padre nunca se sintió demasiado mal mientras cursó la enfermedad, sí lo afligió estar brevemente separado de su esposa durante 76 años, relató Stacy en su email.

Warth escribe para el San Diego Union-Tribune.

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