‘Esto recién comienza’: cómo creció el apoyo de los latinos a Trump en las zonas fronterizas de Texas
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McALLEN, Texas — When more than 4,000 vehicles showed up here for a “Trump train” parade over the Fourth of July weekend, even the organizers were shocked.
Cuando más de 4.000 vehículos se presentaron aquí para un desfile del “tren Trump” durante el fin de semana del 4 de Julio, incluso los organizadores se sorprendieron. El Valle de Río Grande, con algunas de las concentraciones más altas de latinos en el país, había sido durante mucho tiempo un territorio hostil para los republicanos.
“Todos se maravillaron”, comentó Rosbell “Ross” Barrera, de 54 años, un coronel retirado del Ejército que ayudó a organizar eventos similares en el vecino condado de Starr.
Los mítines, que engendraron otros a lo largo de la frontera, fueron una señal de lo que ocurriría el día de las elecciones. Desde Brownsville hasta El Paso, un presidente que rutinariamente menospreció a los mexicanos, fortaleció su apoyo entre los mexicoamericanos. En 2016, Donald Trump perdió los 18 condados de Texas donde los latinos representan al menos el 80% de la población. Esta vez ganó cinco de ellos y acortó considerablemente la brecha en el resto. Triunfó así sobre Joe Biden en el condado rural de Zapata, donde Hillary Clinton lo había vencido por 33 puntos, y perdió por poco el condado de Starr, donde el margen de victoria de Clinton fue de 60 puntos. En total, obtuvo el 39% de los votos en esos 18 condados.
“El cambio era evidente, incluso mientras estábamos en las urnas”, comentó Alma Hernández, de 34 años, presidenta de 230 miembros de Jóvenes Republicanos del condado de Hidalgo, que se ha convertido en una de las plazas más grandes del estado. “En años anteriores, no éramos una gran amenaza”, comentó. “La mayoría silenciosa ya no lo es tanto”.
El improbable éxito del presidente Trump se debió en gran parte a su defensa de la industria petrolera y la aplicación de la ley, así como a las preocupaciones de que el partido demócrata se estuviese moviendo demasiado hacia la izquierda. Esa es la imagen que surgió de las entrevistas con votantes y funcionarios en el Valle de Río Grande, donde más de la mitad de los 1.3 millones de residentes viven en la pobreza, y los trabajos en campos petroleros y como policías mantienen a flote a familias enteras.
Barrera, quien se ofreció como voluntario fuera de las urnas durante la votación anticipada en el condado de Starr, comentó que la principal razón por la que los votantes eligieron a Trump fue por la economía. Algunos le dijeron que se sentían alentados por los cheques de estímulo firmados por el mandatario, un fuerte impulso durante una pandemia que obligó a cerrar los negocios locales y mató a casi 3.000 individuos. Muchos más estaban preocupados por los empleos en campos petroleros, donde los trabajadores sin estudios superiores pueden ganar hasta seis cifras. “Maridos, hijos, hermanos… Van y trabajan en Midland-Odessa”, comentó Barrera. “No hay muchos otros puestos lucrativos semejantes”.
Los beneficios de los campos petroleros se filtran hacia otras áreas. Camiones nuevos llenan el estacionamiento de Walmart en Río Grande City, sede del condado de Starr. Las casas nuevas salpican los ranchos allí y en el condado de Zapata. “Esa gente se asustó con el tema de que Biden eliminara el fracking” (fracturación hidráulica), comentó Gilberto Hinojosa, presidente del partido demócrata de Texas, quien reside en el Valle de Río Grande.
Trump también se benefició de una red de agentes, familias y sindicatos de la Patrulla Fronteriza, cuyas filas han crecido en los últimos años a medida que la agencia se expandió en el sur de Texas. “Él tenía un ejército listo aquí”, resaltó Hinojosa.
En diversas entrevistas, muchos votantes se mostraron dispuestos a pasar por alto la retórica hostil de Trump contra los mexicanos, incluso si ello causaba rupturas con algunos demócratas locales. “Quieren ser aceptados por la gente en Austin o en D.C.”, expuso la trabajadora social jubilada y maestra María Elia Ramos sobre los demócratas del área. “¿A quien le importa? Vivimos aquí”.
La residente de Río Grande City, de 72 años, destacó que sus familiares la menospreciaron en Facebook, usando un modismo mexicano -”Tienes un nopal en la frente”- para acusarla de ser una latina que se odia a sí misma y finge ser blanca.
Ramos, quien antes de la pandemia pasaba los veranos en México, hizo caso omiso de las críticas mientras se sentaba en su sala de estar, rodeada de almohadones bordados y objetos de cerámica traídos desde el sur. Ser una orgullosa mexicoamericana no significa votar por una simple candidatura demócrata, expresó: “Tenemos derecho a decidir. Nuestros valores familiares están más en línea con los republicanos”, dijo.
Los demócratas en el sur de Texas consolidaron el poder a lo largo de los años manteniéndose moderados, pero lo perdieron recientemente cuando el partido se desplazó hacia la izquierda.
Mayra Flores, de 33 años de edad, madre de cuatro hijos y ama de casa en McAllen, se alejó del partido demócrata hace una década. Ella se opone al aborto, apoya los controles de las leyes y cree en la inmigración legal, tal como ocurría cuando ella se mudó desde México a Texas junto con sus padres, cuando tenía seis años.
Ese es el mensaje que transmitió a sus 30.000 seguidores de Facebook y a las personas con las que habló en español para una campaña telefónica pro Trump. “Muchos de ellos aquí tienen hermanos o hermanas que son agentes de la Patrulla Fronteriza”, señaló. “Entonces, cuando se ataca a las fuerzas del orden, se ataca a su familia. Los demócratas se olvidaron de eso”.
Cuando los votantes le dijeron que odiaban la forma en que el presidente hablaba de los mexicanos y los inmigrantes, ella tenía una respuesta. “Les decía que debían poner sus valores en primer lugar, centrarse en las políticas: ‘¿Te están ayudando esas políticas?’”, comentó. “Así, pudimos convencer a mucha gente”.
Después de que Trump ganara el condado de Zapata, el presidente local de IBC Bank, Ricardo “Rick” Ramírez, quien había votado por Trump con su hija de 18 años, publicó un comentario en Facebook al comisionado de tierras de Texas, George P. Bush, nieto del 41º presidente.
“Ha pasado mucho tiempo desde que vino aquí”, escribió Ramírez, quien se emocionó al ver que Bush respondía casi de inmediato. “Volveremos pronto”, le respondió él, en español.
Los líderes republicanos consideraron que el aumento del apoyo de Trump en las comunidades fronterizas presenta una oportunidad más amplia. “Vamos a empezar a centrarnos en cómo construir la próxima generación de candidatos conservadores en el Valle de Río Grande”, indicó el presidente del partido republicano de Texas, Allen West, ex congresista.
Para West, quien es negro, los demócratas no pueden dar por sentado a las minorías en Texas, y se emociona especialmente al ver el cambio del condado de Zapata. “Ahora tenemos que asegurarnos de que esto siga siendo así”, señaló.
Aron Peña III, un funcionario republicano del condado de Hidalgo, llegó a más votantes a través de grupos de armas, padres de Boy y Girl Scouts y estudios bíblicos, el tipo de estrategias de organización comunitaria que aprendió cuando era demócrata y trabajaba para la campaña de Obama, en 2008.
Los clubes de jóvenes republicanos crecieron en la Universidad de Texas Río Grande Valley y en el South Texas College. Ahora Peña intenta reclutar más candidatos republicanos locales para reducir la cantidad de elecciones sin oposición.
Los lugareños realizaron otro “tren Trump” con 40 vehículos por McAllen, el miércoles por la noche. Está previsto otro desfile el sábado. “Esto recién comienza”, señaló Peña. “Nunca hemos visto este tipo de entusiasmo. Creo que esto solo crecerá”.
Ryan Murphy, reportero de planta en Los Ángeles, contribuyó con este artículo.
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