Esta joven cineasta ‘paisa’ ha creado un drama urbano de otra dimensión
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Desde su hogar en Medellín, donde se mantiene en la medida de lo posible ante el avance implacable de la pandemia, Catalina Arroyave Restrepo respondió la llamada de Los Angeles Times en Español para hablar de “Los días de la ballena”, su impresionante debut como directora de largometrajes, ya disponible en Estados Unidos bajo la modalidad de Virtual Cinemas.
Este es un drama urbano encabezado por Cristina (Laura Tobón) y Simón (David Escallón), dos muchachos de clases sociales distintas que se encuentran unidos por su amor al graffiti y cuyo romance incipiente se ve afectado primero por las diferencias sociales entre ambos (ella viene de la zona más afortunada de la ciudad y él es del barrio) y luego por las acciones de una pandilla local.
Pese a que la cinta no es autobiográfica, tiene referencias a las experiencias de la misma Arroyave, que desde el 2010 forma parte de un colectivo artístico similar al que se presenta en el filme y que proviene de la clase acomodada de Medellín, lo que le ha permitido acceder a estudios en una universidad privada.
“Nunca fui graffitera ni tengo una madre periodista, como sucede con el personaje de Cristina, pero la historia sí es muy autorreferencial, porque la escribí de hecho con la idea de inmortalizar una época de mi vida en la que decidí desafiar las lógicas de esta ciudad, que ha sido históricamente golpeada por el tema de la mafia y la violencia”, nos dijo la joven realizadora.
“Los días de la ballena” se siente muy auténtica, lo que tiene sin duda que ver con la decisión de Arroyave de trabajar con personas que no eran actores. “Solo hubo dos que eran profesionales; los demás hacían esto por primera vez”, explicó. “Conseguí a Laura, que en realidad es guionista, gracias a una sugerencia de otra directora, que la había ‘casteado’ pero no la había elegido, y a David, que en realidad es músico, a través de nuestra directora de casting. Lo más increíble es que, a pesar de que los conocí por separado, ellos eran grandes amigos, lo que me llevó a decidirme por los dos”.
Tobón y Escallón no habían tenido nunca entre sus manos una lata de aerosol, por lo que tuvieron que desarrollar ciertas habilidades básicas de graffiti antes del rodaje, aunque las escenas en las que sus personajes aparecen creando sus obras callejeras se hicieron con una combinación de sus propias acciones y las de artistas mucho más expertos en la materia.
“Creamos un grupo de graffiteros que apoyaban el proyecto”, retomó Arroyave. “En la vida real, hay un movimiento ilegal al que se llama ‘bombardeo’, más relacionado a dejar firmas y cosas así, y otro legal y más desarrollado, conocido como ‘muralismo’. Pero cuando hicimos la película, tuvimos que pedir permiso para todo”.
Empezamos el fin de semana correspondiente a la penúltima semana de julio con las salas de cine todavía cerradas, al menos en lo que respecta a las grandes cadenas y, sobre todo, a los decisivos mercados de Nueva York y Los Ángeles.
Pasado y presente
La intención de Arroyave era evitar los estereotipos vinculados a la exhibición del fenómeno del narcotráfico en su país sin evitar por completo la mención del tema. “Fue complicado; obviamente, Medellín tuvo a Pablo Escobar, quien dejó como legado una economía ilegal relacionada a las drogas, y existen todavía pandillas que controlan partes distintas de la ciudad, pese a que ya no estamos en la misma situación que en los ‘80”, detalló.
“Hay personas que están hartas de ver a Medellín de la misma manera y otras que, por el contrario, me pedían más violencia, que mostrara las cosas de manera más explícita y no fuera de campo como lo hice yo, mientras que lo que se estaba buscando es que todo eso fuera una presencia latente y no que se colocara en el primer plano”, comentó. “Me parece que hemos normalizado tanto la violencia de manera directa que esta ya no nos toca, y además, lo que me interesaba era enfocarme en los protagonistas y en la complicidad que se desarrolla entre ellos”.
Al momento de filmar, el equipo tuvo que apelar a una “red de aliados” -establecida con líderes barriales- que les permitiera hacer su trabajo de manera segura. “En otros lugares, en cambio, tuvimos protección de las autoridades; fue algo mixto”, reveló la directora y guionista. “También fue un proceso complejo, porque no estamos hablando de algo que haya sucedido en el pasado”.
“Los días de la ballena” se siente también muy natural en el sentido de que no parece manejar una agenda específica. Simón actúa algunas veces de manera machista, pero no es un tipo abusivo ni nada por el estilo, y el padre de Cristina se preocupa por su hija, pero hace ciertas concesiones que lo muestran como un sujeto de mentalidad progresista.
“Me interesaban mucho los grises de los personajes, porque hubiera sido más fácil caer en el estereotipo, y hacer por ejemplo que los chicos de la pandilla fueran unos insensibles a los que no les importaba nada ni nadie, cuando eso no corresponde a la realidad que conozco”, enfatizó Arroyave. “La idea era mostrar personajes que tuvieran muchas dimensiones, y eso resultó igualmente polémico, porque hubo gente que buscaba también extremos por ahí”.
En ese sentido, Arroyave no buscaba hacer una película de acción o de crimen, sino una que fuera intimista, a pesar de que el trabajo tiene escenas de peligro y de tensión en las calles y de que se encuentra acompañada por una vibrante banda sonora de rap procedente de los mismos espacios que se retratan (disponible ya en Spotify).
Esta noche, desde las 7 p.m., se podrá ver a través de diferentes plataformas de la internet y de manera gratuita la edición número 13 del East LA Film Festival, que cuenta con el auspicio de Los Angeles Times en Español y que tiene un importante componente comunitario.
Metáforas y escapes
En medio de este profundo realismo, la cinta tiene tomas en las que aparecen enormes ballenas en medio de la ciudad, desarrolladas con CGI y absolutamente convincentes, pese a las limitaciones de presupuesto. “Cuando hicimos el estreno en [el festival] South By Southwest, la gente me preguntaba qué estudio se había encargado de esas escenas; pero fueron hechas únicamente por un chico de Bogotá, que es un artista de 3D y trabaja en su casa”, se enorgulleció Arroyave.
“Medellín tiene una tradición cinematográfica de realismo muy crudo, casi sucio, y era importante para mí incorporar momentos poéticos que le permitieran al espectador relacionarse de un modo distinto con la historia”, prosiguió. “Quería que hubiera un espacio para lo metafórico, para lo que el espectador estuviera sintiendo”.
No es intrascendente que “Los días de la ballena” sea una película dirigida por una mujer, en vista de las ya conocidas dificultades a las que se han enfrentado las integrantes de este género en el área de la dirección cinematográfica.
“Las cosas están mejorando por ese lado, y apoyo completamente que haya una pluralidad cada vez mayor de voces y que se incluya en ella a la comunidad trans, a los pueblos indígenas y a los creadores ‘afro’”, comentó la directora. “Personalmente, siento que yo tengo una atención a los detalles, una manera de mirar los cuerpos y una aproximación a los diálogos que tiene que ver con mi sensibilidad, y eso tiene que ver con que soy una mujer”.
Arroyave se siente afortunada por el hecho de que “Los días de la ballena” pueda verse ahora de manera extensa en Estados Unidos, aunque no sea en salas; pero ha visto su carrera interrumpida por el Covid-19 y es consciente de las consecuencias sociales que está teniendo el problema sanitario.
“Llevamos más de tres meses en cuarentena, pero ahora el número de contagios se ha disparado”, afirmó. “Parece ser que la próxima semana vamos a estar en alerta roja de nuevo, porque hay bastantes muertes; sin embargo, así como Europa vivió su momento más difícil, le ha tocado ahora a nuestro continente, y ojalá que las cosas no sean tan graves como lo fueron por allá”.
Sea como sea, todos sus proyectos de trabajo se encuentran congelados, aunque eso le ha dado la oportunidad de trabajar en un nuevo guion, destinado a una cinta que tiene ya nombre (se llamará “El reino”) y que tratará sobre una adolescente que vive su despertar sexual en una escuela de monjas.
“Va a estar ubicada en el 2005, pero me preocupa saber cómo la haré, porque tomará lugar en un colegio, lo que implica la presencia de multitudes”, reconoció. “Tendrá que esperar a que salgamos de esta situación, pero yo sigo escribiendo, y hacerlo es una de mis grandes pasiones”.
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