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News Analysis: Análisis: Harris y Pence defienden sus candidaturas con la perspectiva en su futuro político

 Vice President Mike Penc, Sen. Kamala Harris and moderator Susan Page at the debate.
El vicepresidente Mike Pence, la candidata demócrata a la vicepresidencia, la senadora Kamala Harris y la moderadora Susan Page participan en el debate vicepresidencial en Salt Lake City.
(Justin Sullivan / Pool Photo)

Kamala Harris entró en el momento más destacado de su carrera política el miércoles por la noche, desplegando lo que durante mucho tiempo ha promocionado como su súper poder: su capacidad para “procesar un caso” contra la administración Trump.

En su debate con el vicepresidente Mike Pence, Harris utilizó sus habilidades como ex fiscal para atacar al presidente Trump por su manejo de la crisis del coronavirus y la economía con una claridad de la que careció su compañero de fórmula, Joe Biden, en su caótico debate con el primer mandatario la semana pasada.

“El pueblo estadounidense ha sido testigo del mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia de nuestro país”, manifestó, denunciando la “ineptitud” de la administración.

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El debate, mucho más dócil y coherente que la pelea entre Trump y Biden, puede que no haga mucha diferencia en el resultado de las elecciones de este otoño, pero podría contar como la primera audición de Harris para la próxima contienda.

Como compañera de fórmula del exvicepresidente de 77 años, Harris está en la primera posición para una futura candidatura presidencial, pero no quedará sin oposición en lo que probablemente será una feroz lucha interna entre progresistas y demócratas más centristas.

La actuación de Harris en el debate fue “muy útil para la elección de noviembre. También es útil para su carrera cuando miras a noviembre y más adelante en el futuro”, dijo Cornell Belcher, encuestadora demócrata.

Pence se dirigió al debate en una posición similar: como vicepresidente, debería ser el heredero político del actual mandatario, pero otros republicanos ambiciosos, incluidos algunos que comparten el apellido del presidente, ya están mirando a la Casa Blanca posterior a Trump.

El debate puso a prueba la lealtad inquebrantable de Pence a Trump, que es su reclamo más fuerte para el futuro apoyo de los seguidores del presidente.

“Realmente podría estar observando una vista previa de 2024”, dijo Jon Thompson, ex asesor de Pence. “Este podría ser el primer debate de 2024 porque pudieran ser los abanderados de su partido”.

Harris no es la favorita de la creciente ala progresista de los demócratas, y se ha deslizado un poco más hacia la derecha para alinearse con la agenda de Biden. Pence se enfrenta a una serie de republicanos ambiciosos y más trumpistas que ya esperan entre bastidores. Pero como compañeros de fórmula de un par de septuagenarios, uno infectado con COVID-19, Harris y Pence están más cerca de la Oficina Oval que cualquier otra persona en Estados Unidos.

Irónicamente, mientras se enfrentaban, Pence hizo todo lo posible para retratar a Harris como la candidata que a la izquierda del Partido Demócrata le gustaría que fuera, citando su apoyo anterior al Green New Deal, la oposición a la fracturación de depósitos de gas natural y otras políticas que Biden no ha apoyado.

Refiriéndose a su “agenda ambiental radical” Pence dijo: “Esa es probablemente la razón por la que la revista Newsweek llamó a Kamala Harris la integrante más liberal del Senado de Estados Unidos en 2019, más liberal que Bernie Sanders”.

Fue la última versión de una táctica de campaña republicana que a menudo hace parecer que Trump preferiría competir contra Harris que contra Biden, un centrista que ha demostrado ser relativamente impermeable a los esfuerzos republicanos por presentarlo como un radical peligroso con una agenda socialista.

Trump evoca regularmente el nombre de Harris en Twitter y en la campaña, pintándola como una marioneta progresista que empujará a Biden hacia el radicalismo.

En el debate del miércoles, Harris minimizó repetidamente sus diferencias pasadas con Biden y se dedicó a defenderlo y promoverlo a él y a sus planes.

Al igual que Biden, esquivó una pregunta sobre una pasión progresista que ha emergido: la idea de expandir la Corte Suprema para derrocar a una mayoría sólidamente conservadora entre los jueces que, según los demócratas, se obtendría injustamente.

Pence respondió a la pregunta por ella: “La respuesta directa es que van a llenar espacios si ganan estas elecciones”.

Harris llegó al debate, casi seguramente la aparición más importante que hará para la candidatura demócrata, con mucho que demostrar.

Una gran cantidad de votantes estadounidenses la conocen poco, por lo que se aseguró de contar la historia de su vida: nacida de inmigrantes en Oakland, su carrera como fiscal y sus logros pioneros como mujer negra. Ella no ha sido probada en asuntos de política exterior, y no está claro que el debate resolviera las dudas sobre su calificación para estar “a un paso de distancia” de la presidencia. Mencionó que estaba en el Comité de Inteligencia del Senado y citó a Biden sobre la importancia de reconstruir las relaciones con los aliados de Estados Unidos.

El evento mostró las fortalezas y debilidades de Harris como polemista, lo que quedó claro en su fallida campaña presidencial. Ella es experta en pronunciar líneas de ataque bajo guión con garra y estilo, como lo hizo en su espectacular interrogatorio a los nominados de Trump en el Comité Judicial y su ataque al historial de derechos civiles de Biden en el primer debate de las primarias, pero es menos hábil para detener los ataques.

Aunque no hubo golpes de nocaut el miércoles, Harris llegó armada con púas. Ella aprovechó una pregunta sobre la transparencia de los registros médicos para asestar un golpe al recordar a los espectadores los informes de que Trump pagó poco o ningún impuesto federal sobre la renta. En respuesta a los ataques de Pence a la economía, se abalanzó sobre él por haber votado en contra de la legislación para rescatar a la industria automotriz.

Sus ataques a los esfuerzos de la administración para revocar la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio proporcionaron una de las líneas más memorables de la noche, una advertencia a los estadounidenses con problemas de salud preexistentes de que “vienen por ustedes”. Y sus repetidos reproches a los intentos de Pence de interrumpirla podrían tocar la fibra sensible de muchas mujeres votantes.

Por su parte, la carga de Pence era defender a un presidente que está bajo fuego, debilitado por una infección de COVID-19, rezagado en la mayoría de las encuestas, con el claro entendimiento de que su propio futuro político será sombrío si solo es un vicepresidente de un mandato. Pence se aferró a Trump con fuerza, sin intentar nunca distanciarse.

Su mayor vulnerabilidad era que estaba a cargo del grupo de trabajo de la administración que manejó el coronavirus, que una mayoría significativa de votantes ve como un fracaso. Lanzó una broma contra Biden cuando dijo que el plan de los demócratas se parecía mucho a lo que la administración Trump ya estaba haciendo.

“Se parece un tanto al plagio, que es algo sobre lo que Joe Biden sabe un poco”, manifestó, refiriéndose a las acusaciones que llevaron a Biden a renunciar a su campaña presidencial de 1988.

A pesar del colapso de la economía desde que golpeó la pandemia, Pence predijo valientemente grandes cosas en una segunda administración de Trump.

Se separó marcadamente de Trump en cuanto al estilo: fue cortés, incluso felicitando a Harris por su histórica nominación. Fue más disciplinado y controlado que el presidente al presentar su caso contra los demócratas, aunque ignoró repetidamente al moderador y habló sobre los límites de tiempo.

Pero sobre todo, no desplegó ninguna de las fanfarronadas y bravuconadas que el primer mandatario utilizó para interrumpir su debate con Biden y que ha usado en toda su presidencia. Eso puede haber contribuido a un mejor debate, pero también podría plantear dudas sobre si Pence es lo suficientemente ‘trumpiano’ como para mantener unido al partido de Trump en el futuro.

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