‘Seguiremos con Replicante hasta que ya no se pueda’: Rogelio Villarreal
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Se dice que abandonó la UNAM y la carrera de Periodismo para dedicarse a la Contracultura y la edición independiente. Fundó la revista ‘La Regla Rota’ en 1985, en el 89 comenzó a publicar ‘La Pus Moderna’ sobre crítica y humor; amigo acérrimo –al menos en sus inicios– de bandas como ‘Caifanes’, ‘Maldita Vecindad’ y ‘Café Tacvba’, siempre más cercano a los músicos que a los escritores. Fue jefe de redacción de revistas como ‘Nitrato de Plata’ y ‘Gallito Cómics’; dirige ahora la editorial de la revista ‘Replicante’, y es uno de los miembros institutores de la ‘Fundación Pedro Meyer’. Ha escrito libros como ‘Cuarenta y 20’ (Moho, 2000), ‘Sensacional de Contracultura’ (Ediciones sin Nombre, 2009) y ‘El Tamaño del Ridículo’ (Arlequín, 2009).
Rogelio Villareal es un tótem, un personaje de la cultura/Contracultura mexicana que no necesita de mayor presentación, su sola personalidad impone. En entrevista, hablamos sobre ‘Sábado’, el suplemento cultural del diario ‘Unomásuno’, Fernando Nachón, Huberto Batis, su enemistad con Guillermo Fadanelli, el bar ‘El Nueve’, Xavier Velasco; las revistas que dirigió, los libros que escribió y el futuro de ‘Replicante’.
—¿Cuál era el ambiente en la redacción de ’Sábado’, el suplemento cultural de Unomásuno?
—Aunque fui pocas veces a ver a Huberto Batis, el ambiente casi siempre era relajado. Al entrar a su oficina te recibía una figura de cartón de Bibi Gaytán tamaño natural. Batis era juguetón y desmadroso, le gustaba contar anécdotas a quienes lo visitaban, les enseñaba fotos y recortes de periódicos. A veces estaba de mal humor y era mejor dejarle la colaboración y salir lo más rápidamente posible. Una vez vi cómo le rompió un manuscrito a un chico que quería publicar en ‘Sábado’, pues era una reseña de un libro de Luis González de Alba —quien después sería un gran amigo mío—. Le dijo que: “ése era un traidor” del ‘Unomásuno’ por haberse ido a ‘La Jornada’...
—¿Cuál es la chifladura que más recuerdas de Fernando Nachón en ese suplemento?
—Lo llevé a conocer a Batis pues Nachón quería darle su libro, y a la hora de dedicárselo se le olvidó su nombre. Batis volteó a verme, molesto, y me dijo que para qué chingados lo había llevado... Pasó el trago amargo y luego se hicieron medio cuates, incluso Nachón colaboró en ocasiones en el ‘Sábado’. Después se volvió muy fastidioso, lo llamaba a deshoras para contarle chismes y pendejadas. Era un alcohólico insoportable, dejé de verlo.
—Según Miguelángel Díaz Monges, ’Sábado’ fue el evento cultural más importante de las últimas tres décadas del siglo XX en México. ¿Qué fue para ti y cómo solía ser Huberto Batis contigo?
—Siempre fue muy generoso, amigable. Me invitó a colaborar en el suplemento, que fue un espacio de aprendizaje de muchos jóvenes escritores y, efectivamente, un espacio muy importante para la cultura mexicana, con plumas prestigiadas al lado de mocosos imberbes... Para nosotros era muy importante publicar ahí y recibir los comentarios de Batis, quién se había molestado, a quién le había gustado... Me publicó un texto muy duro contra Monsiváis, por ejemplo. Le encantaba la polémica y para eso abrió la sección “desolladero”.
—Rafael Tonatiuh narra que en el año de la apertura de ’Replicante’, en las fiestas de Willy siempre había tocadas de ’Titán’, ’Las Ultrasónicas’ o ’Sonido Continental’, show travesti de Vicky Foy y coreografías de Yolanda. ¿Cómo es tu relación hoy con Guillermo Fadanelli?
—Ni con Tonatiuh ni con Fadanelli me llevo hoy. Hay personas que es mejor dejar de ver.
—¿Qué recuerdos permanecen del ’Bar Nueve’, en donde se reventarían muchas personalidades como Emmanuel “el Chivo” Lubezki y Walter Schmidt de ’Size’?
—Entre muchísimas otras personalidades. De ‘El Nueve’ se sigue hablando y publicando, hay una gran nostalgia por ese pequeño antro libertario de la Zona Rosa que significó mucho para varias comunidades, la gay, los punks, los nuevos grupos de rock de los ochenta... Creo que las fiestas que se armaban ahí son irrepetibles.
—¿Por qué desapareció ’La Regla Rota’? La revista que mejor definía el espíritu de una generación que emergió en los años posteriores al 68 en clara oposición a la solemnidad de las revistas y suplementos culturales que circulaban entonces en México.
—Desapareció porque no teníamos dinero y la distribución era muy difícil, en un país conservador y de pocos lectores.
—¿Qué fue de Ramón Sánchez Lira, alias “Mongo”?
—Nos dejamos de ver, ya sabes, incompatibilidad de caracteres.
—¿Qué hacía una persona como Xavier Velasco en ’Sábado’?
—Publicar, como todos nosotros. Me caía bien y algunos de sus textos me gustaban. Hablé con él algunas veces e incluso le pedí una colaboración para ‘La Pus moderna’.
—En noviembre de 1989 aparece el primer número de ’La Pus moderna’, de sus páginas emergieron grandes plumas. ¿A quiénes recuerdas?
—No sé si grandes plumas, pero ahí publiqué a Naief Yehya, a Fadanelli, a Mauricio Bares, a Adriana Díaz Enciso, a muchos...
—Escribiste que Monsiváis era dueño de un claridoso estilo apabullante y televisivo que echaba mano con destreza lo mismo del sarcasmo que de la indignación. Llegó a publicar en ’La Regla Rota’. ¿Cómo te llevabas con él?
—Bien, en general. Lo vimos algunas veces, lo visitamos dos o tres veces en su casa de Portales. Nos dio un par de colaboraciones que publicamos en los números dos y tres de la revista, creo. Le dijimos que anunciábamos ‘La Regla Rota’ como la única revista en la que no había un texto suyo en el primer número. Le dio mucha risa, le dijo a Sara Sefchovic, que estaba de visita, que éramos unos canallas. Después, cuando decidió apoyar a López Obrador, lo critiqué en algunos artículos. Me comentaron que se enojaba y que no quería hablar de eso.
—¿’Cuarenta y veinte’ es un gran libro contracultural. ¿Podrías hablarnos un poco de su creación?
—Es un libro de relatos que escribí durante varios años y que Fadanelli recopiló para ‘Moho’. Son relatos de la noche y los antros, de amores y decepciones. No le veo mucho lo contracultural.
—¿Qué viene después de ‘Replicante’?
—Seguiremos con ‘Replicante’ hasta que ya no se pueda o no sirva para nada, y seguiré escribiendo artículos, crónicas y una novela, que tengo atorada desde hace años.
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