Columna de Adictos y adicciones: La Historia de Marcos
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Marcos tiene 49 años, se internó en un centro de rehabilitación porque dice no querer llegar a los 50 ‘enganchado’.
“Aquí llegó por su propio pie, venía muy borracho y con fuertes síntomas de intoxicación por alguna otra sustancia” dijo Armando, el responsable del centro de rehabilitación, y agregó, “Esa noche no lo recibimos, ya que para ingresar deben venir sin haber consumido ni alcohol, ni drogas; sabemos que llegan mal porque les falta su dosis, pero estamos preparados para recibirlos en esas condiciones”.
Marcos pasó esa noche sin dinero y sin una cura, sin fuerzas para salir a buscar otra botella de licor; aquella fue una de las peores noches de su vida.
“Al principio le pedía a Dios que hiciera pasar el tiempo más rápido, después suplicaba por misericordia. El vómito y la diarrea hacían más intensos los calambres, le juro que sentía que me moría”.
Y no se equivocaba, porque de acuerdo al médico que lo atendió, si Marcos hubiera pasado otro día más en aquellas condiciones, su cuerpo no hubiera resistido.
Hace cinco meses que Marcos no consume ni una gota de alcohol, ni su acostumbrada dosis de cristal con heroína, su cuerpo ha recuperado poco a poco las energías, incluso el color de su piel se ve más sano, y de las incoherencias que decía al principio, solo queda el recuerdo.
“Empecé mi carrera de adicto a la edad de 12 años, tomando licor en las fiestas familiares, me robaba los vasos de los invitados y me los tomaba a escondidas, después descubrí el tabaco, la marihuana, coca, y finalmente el cristal y la heroína, con estas últimas me gradué” dijo Marcos con un gesto de burla y amargura.
De la vida de Marcos no hay mucho que decir, su historia ha sido una eterna lucha por conseguir dinero para mal comer, tomar alcohol y comprar drogas, nunca tuvo un trabajo estable, tampoco se ha casado ni tiene hijos, su familia lo dio por perdido hace muchos años y no han vuelto a saber de él.
“Jamás pensé que llegaría a esta edad, no sé la razón, pero estaba seguro que moriría joven, para mí una persona de 40 años ya era un viejo y yo no quería ser viejo, ni depender de nadie”.
Marcos le da una larga fumada a su cigarrillo, se termina su taza de café y con algo que parecen lagrimas brillando en sus ojos me dijo: “Soy de Nayarit, me vine como muchos en busca de aventura, con deseos de cruzar para el otro lado, según yo iba a juntar dinero para regresarme y demostrarle a mi familia que yo podía solo”.
Marcos se frotó las manos, hizo un corto silencio y continuó: “Tuve oportunidades, uno de mis patrones me trataba como a un hijo, muchas veces me ofreció pagarme los estudios, y yo siempre lo rechacé con miles de excusas, hasta que me fui siguiendo a mi primer conecte, una mujer mucho mayor que yo”.
Marcos dice sentir vergüenza consigo mismo, como a muchos de nosotros le cuesta trabajo reconocer sus errores. “Cambié todo eso por trabajillos insignificantes, donde solo obtuve lo suficiente para embrutecerme”.
El 12 de febrero Marcos cumplirá 50 años, y si sigue como hasta hoy logrará llegar a esa edad en su sano juicio. “He llegado a vivir en la calle, entre delincuentes y viciosos igual a mí y ahora que tengo otra oportunidad me da miedo”, dijo Marcos con una mueca de sonrisa en los labios.
Nadie, ni el mismo Marcos sabe lo que le depara el futuro, pero una cosa sí es clara, a medida que pasa el tiempo y se recupera, se le van abriendo puertas. Por lo pronto, su estancia en el centro de rehabilitación está asegurada, su actitud servicial y amigable le han ganado el respeto y el cariño de sus compañeros, todos lo animan a que siga por este camino.
La historia de Marcos, es una historia de pérdidas y abandono, su testimonio es como el buen vino, entre más tiempo pasa, sabe mejor.
Sin pretender dar lecciones, Marcos comparte sus puntos de vista para quien quiera escucharlo: “Aquellos que se sienten que todo lo pueden, a los que menosprecian los consejos de los padres y de los hermanos, les quiero decir que en la calle no hay nada, solo dolor, indiferencia y mucha soledad”.
A Marcos le queda un camino muy largo por recorrer, aún no sabe que será de su vida cuando concluya su etapa de rehabilitación, ni siquiera es seguro que se mantendrá limpio después de salir del centro.
Solo hoy tiene la oportunidad de elegir, su cuerpo ya no le reclama una dosis, ni vive en las calles; por primera vez pertenece a un grupo que puede llamar familia y que están dispuestos a ayudarlo siempre que él lo solicite, pero lo más importante: Marcos tiene fe y la convicción de que Dios le tiene preparado un futuro mejor. Con esas armas ¿quién puede fracasar?
Escríbame, recuerde que su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.
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